miércoles, 29 de mayo de 2013

SUMARIO II


ESAS TUS MANOS

Manos rugosas de diario bregar,
hoy se tornan cálidas para mi vientre
y van naciéndole caricias que arrullan el alma.


Manos bravías de puño solidario,
arden las entrañas al presentirlas,
ya tiernas, ya salvajes rastreando pasiones.


Manos anónimas de pasado libertario,
nunca ajenas a mi piel,
trazan sin tregua surcos hasta el amanecer.


Manos cómplices de viejas añoranzas,
siempre dispuestas y al acecho,
frágiles ataduras enredadas en el tiempo.


Manos prohibidas de ensueños otoñales,
arremeten religiosamente sin piedad,
entre profanas y sagradas vulneran mi voluntad.


Manos sabias de yerros enmendados,
fieles a mi rancia geografía,
prodigan de antaño febriles argumentos.



RESISTENCIA

La espiga violada, desolada la tierra,
risas truncas de niños cubiertos de hambre,
llanto quedo de solitarias madres,
obligados silencios de hombres explotados.


Temible asechanza sobre el amado suelo;
un ejército extraño mancilla la patria.

Más con ánimo fiero, se ha de sellar la resistencia.



ORFEON

Que la palabra fluya,
Se impregne valerosa,
Vague en tropel,
Y more en mi pueblo.

Que la palabra controvierta,
Se vista de razones,
Hunda sus raíces,
Y huela a libertad.

Que la palabra convoque,
Se escuche diáfana,
Retumbe en el Sur,
Y condene la tropelía.

Que la palabra demande,
Se difunda temprano,
Libere el pensamiento,
Y redima de la tiranía.

Que la palabra condene,
Se fortalezca sin miedos,
Estreche campos y ciudades,
Y pregone la justicia.

Que la palabra trascienda las fronteras,
Se resista al poderoso Norte,
Doblegue cien ejércitos,
Y encienda hogueras olvidadas.


LIBERACION

Botas rojas de sangre inocente,
Botas invasoras en campos reverdecidos,
Botas asesinas de héroes de infancia,
Botas extrañas en naciones hermanas.

No más hombres inermes al imperio hincados.

Botas lustradas con sudor obrero,
Botas genocidas de pueblos enteros,
Botas rapaces con el suelo ajeno,
Botas mercenarias en tierras nobles.

Si es preciso la vida para liberar los sueños.


DOZAVO

En sus pies marchitos, los pasos doloridos de la esperanza
En sus palabras pausadas, las gargantas acalladas de un pueblo
En su mirada cansada, la profundidad de un anhelo hecho hombre
En sus ataduras de metal, el frío impasible de la perpetua agonía
En su cabello blanquecino, la sabiduría cauta del sandoneño maestro
En su estoicismo errante, la rebeldía forjada en los héroes bicentenarios
En su rostro surcado de penas, el arrojo inquebrantable de un pacto por la vida
En sus lágrimas grabadas de dolor, el amor incondicional del recio caminante
En su vasto trasegar, el reproche oportuno por el inmerecido olvido
En sus llagas inmaculadas, las heridas abiertas de un conflicto velado
En su tristeza de condenado, la espera ansiosa de una senda en la espesura
En su pecho pesaroso, la búsqueda porfiada de un abrazo eterno.

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