El crepúsculo los convocó,
Un tropel de sueños
Más el imperturbable péndulo
El tiempo de otra masacre
Puntual la hora marcaba.
Se jugó la vida
En el viejo hospital
Convertido
De la noche a la mañana
En su cuartel.
Entre frazadas olorosas a formol
Espantaba la muerte
Que danzaba altanera ante sus ojos
Que se posaba traicionera en la garganta
Que tozuda se atrincheraba
En el pecho de todos por igual
Para robarles el aire, los suspiros, la
alegría
Las palabras, los abrazos y los sueños.
Mientras los noticieros los llamaban héroes
Y recibían aplausos y frases de cajón
Su hazaña era resistir
Culminar el turno ileso
Al cobijo de las sombras.
Con las fuerzas minadas
Postrado en el lecho
Donde ayer yacieron otros
Lo persigue
Un juramento Hipocrático
El único pertrecho que lo acompañó
En las penitentes vigilias
Aliviando las penas de otros
Como si fueran leprosos
Intuyendo quizá
Que tarde o temprano
Serían las suyas propias.