lunes, 14 de noviembre de 2016

OTOÑO




Hoy quiero que tus besos rojos retornen

Como cuando eran tiernos los labios

Y se mordían desde el anochecer

Hasta el alba

Suspendidos en tu selva

O en tu espalda

Y era abundante el almibar

Y era puro el aliento

Y bullían los volcanes

El tuyo siempre ligero

El mío entre el corazón y tu asta

 

Hoy busco tus caricias 

Pérdidas en un desván

¿Dónde han volado?

¿Quién el curso les ha cambiado?

Pronto que el lecho se marchita

Y esquiva tu mirada se torna   

Las quiero como antaño             

Atrevidas en mi pecho

Dulces en la entrepierna

Y profundas en mi alma

Como cuando explorabas la tierra

Y un manantial brotaba

De arrullos y palabras

Las tuyas de promesas sin mañana

Las mías con un te quiero bastaba.

  

¿Dónde el beso, dónde la caricia?

Ya el silencio se instaló en la ventana

Ahora tus ojos no hablan

Las luces se encienden en casa

Un libro no es excusa

Ni es cuestión timorata

Es que el otoño se nos vino encima

Y la noche nos arrebató la esperanza



viernes, 4 de noviembre de 2016

EVOCACIONES




Cabalgo entre los abismos de tu carne
Y un galope solitario de caricias
Rompe mis silencios
Mis años de hastío
Un beso nace y muere en mi boca
Y es lozana la niña.

Qué cabalgar,
Ahora deambulo
Me pierdo en empinadas cuestas
Navego en aguas turbulentas
Son tus ojos ciegos
Son inertes tus brazos
Es tu voz susurro incomprensible
Y es virgen la niña.

No es el Olimpo un espejismo,
Se enhiesta el hombre
Y en el Olimpo el barro fresco corre por las venas
Como río frenético se desboca
Arrastra recuerdos y también melancolía
Y ha de volver del infinito
Más triste y más sombrío
La mujer de sus ensueños
Es ajena y aún cría.



ALBEDRÍO

Para que las espinas no ardan en tu pecho
Ni laceren tus senos en capullo
Y tu ser de gaviota domine los confines,

Para que el frío no abrace tus recuerdos
Ni te agobie en solitarias madrugadas
Y tu mirada abrigue siempre la esperanza,

Para que tus pasos no tropiecen
Ni la espesura te aleje de la senda
Y en firmes rocas tus huellas se dibujen,

Para que no aflore el llanto
Ni la voraz pesadumbre se adueñe de tus días
Y una mañana de tus entrañas brote pródiga la vida,

Para que la espada no traspase tu alegría
Ni se calcine tu franca  rebeldía
Y tejas con tesón los sueños rotos.

Que no diera yo por abrigar tus penas, porque rías.

Acaso temprano
Convertida ya en aventurera
Ajena a consejos y diatribas
Te haces dueña de dolores y agonías
Recia niña mía.