viernes, 4 de noviembre de 2016

ALBEDRÍO

Para que las espinas no ardan en tu pecho
Ni laceren tus senos en capullo
Y tu ser de gaviota domine los confines,

Para que el frío no abrace tus recuerdos
Ni te agobie en solitarias madrugadas
Y tu mirada abrigue siempre la esperanza,

Para que tus pasos no tropiecen
Ni la espesura te aleje de la senda
Y en firmes rocas tus huellas se dibujen,

Para que no aflore el llanto
Ni la voraz pesadumbre se adueñe de tus días
Y una mañana de tus entrañas brote pródiga la vida,

Para que la espada no traspase tu alegría
Ni se calcine tu franca  rebeldía
Y tejas con tesón los sueños rotos.

Que no diera yo por abrigar tus penas, porque rías.

Acaso temprano
Convertida ya en aventurera
Ajena a consejos y diatribas
Te haces dueña de dolores y agonías
Recia niña mía.



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