Cabalgo entre los abismos de tu carne
Y un galope solitario de caricias
Rompe mis silencios
Mis años de hastío
Un beso nace y muere en mi boca
Y es lozana la niña.
Qué cabalgar,
Ahora deambulo
Me pierdo en empinadas cuestas
Navego en aguas turbulentas
Son tus ojos ciegos
Son inertes tus brazos
Es tu voz susurro incomprensible
Y es virgen la niña.
No es el Olimpo un espejismo,
Se enhiesta el hombre
Y en el Olimpo el barro fresco corre por las
venas
Como río frenético se desboca
Arrastra recuerdos y también melancolía
Y ha de volver del infinito
Más triste y más sombrío
La mujer de sus ensueños
Es ajena y aún cría.
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