El crepúsculo los convocó,
La noche no presagiaba luto,
En su enigmático halo
No advirtieron augurio alguno,
Sólo una siniestra algarabía
Que retumbaba a lo lejos.
Era el lamento del agua
Era el río cargado de muerte.
La palabra era fecunda.
Las ilusiones bullían,
Un tropel de sueños
Recorría la montaña,
Más el imperturbable péndulo
El tiempo de otra masacre
Puntual la hora marcaba.
Más el imperturbable péndulo
El tiempo de otra masacre
Puntual la hora marcaba.
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