La noche crecía con
el miedo
Más oscura con cada
susurro
Con cada espanto
que el viento nos devolvía,
La esperábamos
traviesos
Alentados por los
mayores.
Era la hora de los
muertos.
Se retenía el aliento,
En visiones
terroríficas
Lloronas y
patasolas desfilaban
Para destrozarnos
el sueño
El pecho nos
retumbaba
Y un hielo recorría
la espalda
Hasta que la abuela
Imponía otra vez el
orden
Y con su vocecita
amañada
Rompía el infantil
encantamiento,
Apagaba la lumbre
Y otros fantasmas
Aparecían.
Cabalgabas sobre
mis años
Con un brío que no
conocía
Yo te esperaba en
silencio
En medio de tus
apremios
Me arrullabas a
escondidas
Y otros pavores
encendías.
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