Como un perfecto desconocido
Que no registra abolengos
Un día con falsedades
Ingresan a José en el albergue,
El ancho mundo de sus años mozos
Se reduce a un calabozo
Donde arrastra los recuerdos
En la agonía de su soledad.
Ni los músculos de acero
Ni la palabra recia
Sobreviven al abandono.
Irrumpe esperanzador el domingo
Y el anciano se engalana
Mientras las horas navegan
Entre nostalgias y sopores.
La mirada siempre extraviada del abuelo
Se clava en el picaporte
Su corazón maltrecho le anuncia
que hoy tampoco acudirá a la cita
La niña de sus amores.
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