Acaso me digo para
mitigar la pena,
¿Fueron sus pasos inciertos
O el garbo del
acento pausado sin afanes
Y las frases libres
sin atenuantes?
Tal vez, insistí en
preguntarme,
¿Fue el molde recio
de la espalda,
O el pecho curtido?
Quizá fueron las
manos experimentadas que acariciaban mis rizos
Señalé ya, cuando
mis honduras se estremecían
Y entre redobles de
campanas
El ilustre veterano
La niñez me
arrebataba.
Qué razones no
arrastré para invocar el duelo;
Más hurgando en el
abismo de su boca añeja
No encontré
confabulación ni pecado
Mucho menos
asechanzas,
Solo mi inocencia
agazapada
Entre un par de
huesos nuevos,
Las mejillas
arreboladas
En el tiempo
propicio
Y mis frágiles
entrañas que han sido desgajadas.
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