En las horas pálidas de la niñez
Aros y rondas eran nuestros mayores apremios
Hasta que una mañana sin anuncio
Los males de amor afloraron.
Los jardines engalanados
Que entre trinos y canciones nos
arrullaron,
Hoy son mudos testigos sin
nombre
De añoranzas y sinsabores.
El banco, el carriel y un lápiz amigos fieles
Que aventuras nos prodigaron,
Efímero tiempo sin retorno
De la cuna y el aula nos hemos alejado.
Entre risas y poesía
En tardes de cometas los sueños
volaron,
Ya las musas no alientan la batalla
Sólo son tristes ecos lejanos.
Libros y colchas tibias
Nuestros amaneceres ciertos
plagaron,
Entre mi bastón y mi cayado
Agoniza un tic tac acompasado.
Las horas agridulces de antaño
Con prisa nos
abandonaron,
No hay hojas escritas en blanco
La dignidad nos fueron forjando.
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