La solemne algarabía de sus encuentros enmudeció
En una intimidad ahora triste por las bagatelas
diarias.
Las tostadas a medio hornear
Los cientos de palabras olvidadas bajo la almohada
El café frío en la mañana fría
Y el fugaz gesto de hastío
Se fueron confabulando
Hasta que los besos carnosos
Sin su carmín se destiñeron
Y los abrazos
Se rompieron heridos de melancolía
Mientras el reloj de arena
En feroz
cuenta regresiva
Anunciaba una épica batalla de desamor
Sin que ninguno atendiera los llamados de los
primeros embrujos.
Al principio no buscaron trancas
Ni aldabas ni
cerrojos
Que detuvieran el estropicio
Las ansías volaban
Y se les metían por las ventanas y la
entrepierna
Casi sonámbulos devoraron la noche
Con sus fantasmas y espadas de fiero filo
adentro
Después entre añoranzas
Fueron cabalgando sobre sus propios destrozos
Sin advertir que en aquella nostalgia que
los agobiaba
Se escondía el rescoldo de una antigua pasión.
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