No hay hambre en la mesa
Ni aves que emigren. No
hay
No hay dolor en las
miradas
Ni heridas en el pecho. No
hay
No hay existencias
miserables
Ni ladrones en el
capitolio. No hay
No hay niños abandonados
Ni ríos contaminados. No
hay
No hay tristeza en las
palabras
Ni selvas que agonizan. No
hay
No hay ballenas sacrificadas
Ni ancianos en la calle.
No hay
No hay trigales marchitos
Ni basureros tecnológicos.
No hay
No hay políticos corruptos
Ni abusadores con sotana.
No hay
No hay sueños frustrados
Ni guerras comerciales. No
hay
No hay fusiles fustigando
Ni armas químicas. No hay
No hay escuelas de guerra
Ni mujeres mancilladas. No
hay
No hay llanto de madres
Ni gobiernos serviles. No
hay.
No hay pueblos explotados
Ni misiles dirigidos. No
hay
Qué coraje, qué ironía
No más infamias,
No más silencios
cómplices.
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