En medio de la soledad
Con espíritu acechante
Maquinaba estrategias de guerra sucia
Que lo alejaran de mi delirio,
De mis postreros
arrebatos.
Forrado en su esquelética armadura
Alucinaba que era Aquiles,
El guerrero innato
De escudo infranqueable,
Levantaba barricadas
Interponía distancias
Entre su boca y mis besos
Entre mis ansias y su espalda
Ahogándome las palabras
Que gritaban caricias impúdicas.
Mi soldado incognito
No claudica,
Se resiste,
Sus hazañas peregrinas
Son inciertas
Y derrama néctar su ponzoña,
Se ha jugado todas las cartas
Sin tallarme la piel,
No advierte aún
Que sus viles estrategias
Ya no me apuntalan el corazón
Que ahora soy su talón de Aquiles.