Yo en una soledad impuesta,
En el fondo ansiosa de quereres,
Tú en solitario como un exiliado
No apostabas a entregar tu corazón de nuevo,
La noche se instaló como un espejismo,
Se nos enredaron las palabras y los sentimientos,
No leíste mis pesares,
Sólo irrumpiste en mis dominios
Ávidos por siglos de abandono
Y poblaste de tentaciones mis sentidos,
No descubrí yo la traición que atravesaba tu costado
Absorta en tus caricias impúdicas
Con las que intentabas mitigar tu dolor a cuestas.
En mi dormitaba el amor
Que pronto fue hoguera, fue llanto y pecado
El tuyo no te dio para tanto
Hacías tu mejor esfuerzo
Mientras rumiabas herido un desengaño.
Ahora son dos corazones rotos,
El tuyo que se flagela en la penumbra
En busca de anónimos placeres
Y tu agonía que más se ahonda, Vida,
El mío que no tiene cura,
Que a fuerza de escribirte poemas
Se empeña en hacerte culpable en la mañana
Y en la tarde se funde en postreras fantasías.