La plaza abarrotada,
La garganta a punto,
El frío le cala los huesos a los venidos del valle, de la
llanura,
A los venidos del Caribe, del Pacífico, de la Amazonía
grande;
Las horas se van marcando
Con un canto que se escucha claro y rotundo,
Son gritos decididos, valerosos,
Que hierven la sangre, que arde en el puño,
Son canticos de maestros
Maestros que encarnan un pueblo que sueña
Que no se repliega, que no se rinde carajo,
Maestros que ante la imposición fraguada
Se yerguen altivos,
Canticos que resuenan en los niños
Y trasciende en los jóvenes,
Esa voz es la mía y es la de todos,
Voz que no calla, que recita proclamas de libertad
Que denuncia el hambre que asedia en el aula,
Es la voz de generaciones de mayores
Que con tesón han levantado la bandera de sus derechos
Y en su caminar han hecho historia
Defendiendo la ciencia, la escuela pública, el desarrollo nacional
Y es la voz de nuevas generaciones de meridiana lucidez
Que empiezan a escribir la suya propia,
Todos juntos en la calle,
Unos y otros unidos por la misma causa
Enfrentan una batalla,
No una más, la más heroica.
Hoy esos maestros,
Nosotros, con nuestro propio esfuerzo
Nos hemos alzado la más portentosa victoria por la gratuidad
Y es nuestra la Victoria.
Allá vienen, aquí vamos,
Somos los maestros renacidos en la lucha.